Martinica es una isla del Caribe francés donde crece una vegetación exótica y exuberante que le valió el apodo de la Isla de las Flores. Está dominada por la majestuosa montaña Pelée, imponente volcán, donde se encuentra la histórica ciudad de San Pedro, la Pompeya del Caribe. El litoral cuenta con playas de múltiples matices naturales : al norte, el gris plateado de la arena volcánica y, al sur, el blanco iridiscente de la playa de las Salinas.
Martinica es también la generosidad y el calor de los habitantes. La vida se desarrolla al son del Zouk y al ritmo del «bélé». Las tradiciones y una cultura vibrante y auténtica son una riqueza para esta isla.
El conjunto folclórico “ les Balisiers » de Martinica, presidido por la señora Josélita FRANCISQUE, fue creado el 2 de junio de 1966. Está compuesto por jóvenes bailarines y músicos dinámicos y motivados que desean continuar la tradición de la isla. El Ballet tiene por vocación representar el folclor martiniqués. Pone en escena cuadros de la vida de antaño acompañados de danzas y músicas: valses, mazurka, cintura alta, « bélè », polka, pero también merengue.
Su espectáculo testimonia las mezclas de las que Martinica es teatro. Por ejemplo, es a principios del siglo XX cuando la mazurca llega a Martinica. Sus pasos elegantes seducen a los oficiales del ejército francés. Las orquestas antillanas acaban apropiándose de él y le aportan más color. Entonces nace la mazurca criolla, más rítmica que la europea. Lo mismo ocurrió con la cuadrilla. Originaria de Europa, es una danza de baile y salón del siglo XVII. Se practica primero en el medio burgués colonial, luego se extiende a los ambientes más rurales. Es entonces cuando se mezcla con ritmos de origen africano para convertirse en la danza criolla que conocemos hoy. La cuadrilla forma parte del patrimonio de Martinica y sigue transmitiéndose de generación en generación.
El espectáculo está marcado por el biguine, que es a la vez la danza y la música tradicional de las Antillas. Aparece en Martinica, después de la abolición de la esclavitud, en 1848. Mezcla el « bélè » tradicional con la polka y se descompone en tres estilos diferentes: el biguine de calle, de baile y de salón. Es un baile muy vivo en Martinica.
Por último, otra riqueza cultural martinicana, el « bélè ». Agrupa danza, música y canto. Es el símbolo de la voluntad de emancipación de los esclavos. La danza « bélè » se distingue por sus pasos únicos. Al ritmo de los tambores, los bailarines deben respetar el paso. A lo largo de la danza, pueden adoptar un gesto más libre. El repertorio « bélè » ilustra diferentes momentos de la vida y la historia del martiniqués: la lucha por la libertad, las grandes fiestas, el trabajo, los rituales religiosos…
El « bélè » muestra una riqueza musical excepcional de la que el Conjunto folclórico « les Balisiers » es el primero y el mejor de los embajadores.